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Primera semana de Cuaresma: una época de recogimiento y reflexión
Comienza la primera semana de Cuaresma. Un buen momento para la reflexión, para corregir errores y para cambiar malos hábitos. Los temas propuestos fueron: reclamamos el nombre de Dios, podemos perdonar porque somos perdonados, es voluntad de Dios amarnos.
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. (Monte 6,9). Esta súplica es lo primero que Jesús nos enseñó a pedir. Pedimos poder santificar su nombre, no porque Dios lo necesite, sino porque es lo mejor para nosotros. El Señor nos enseña a orar correctamente para regocijarnos con él. La Cuaresma es un buen tiempo para fortalecer nuestras oraciones, para escuchar mejor al Espíritu Santo dentro de nosotros, por eso vuelve a poner a nuestro Padre en nuestros labios.
No es el propósito de nuestras oraciones cambiar el designio divino, sabio desde la eternidad; aunque, de una manera verdadera y mística, Dios cuenta con ella para llevarlos a cabo. Al rezar, Dios nos introduce en la comprensión de su bondad infinita. Él quiere que nuestro deseo sea probado en la oración. Así nos dispone para recibir lo que él está dispuesto a darnos.
El hecho de que oremos para que se haga la voluntad de Dios no niega nuestra voluntad. El poder de la gracia debe combinarse con nuestros actos de misericordia y estamos llamados a vivir para dar testimonio de cuán grande es el amor de Dios, especialmente durante la Cuaresma. La Virgen María, hija del Padre, debió rezar muchas veces el Padre Nuestro. Nuestra madre presenció el nacimiento de su hijo y tal vez se consoló al recibirlo en la Eucaristía.